Con la llegada del verano, pero sobretodo con el comienzo de las tan ansiadas y esperadas vacaciones de verano, llega un momento de detención en el trabajo y en los propios quehaceres diarios y tendemos a disfrutar un poco más de nuestros ratos libres, pasamos más momentos con nuestra familia y amigos y disfrutamos también de un poco más de ocio.
Si bien es cierto que para muchos las vacaciones de verano suponen un momento de disfrute en actividades relacionadas con el ocio, lo cierto es que para otros la llegada de las vacaciones tiene que ver con una nueva etapa de descanso y reflexión, que va más allá de todo ello.
Vivimos momentos difíciles económica, financiera y socialmente hablando. Cada día nos llueven noticias negativas o malas que inconscientemente tienden a influir en nuestro bienestar emocional. Cada día más personas son diagnosticadas con estrés, ansiedad, o lo que puede resultar incluso más grave: depresión.
Por ello, la llegada del verano puede suponer una vía de escape para alejarnos del momento presente, de la situación problemática que actualmente vivimos, y desconectar de todo cuanto nos rodea.
Si bien el otoño se puede convertir en una etapa excelente para la reflexión, el verano puede ser ideal para relajar nuestro cuerpo a la vez que desconectamos nuestra mente.
Tal vez en la playa, o en una piscina, o simplemente en nuestra casa leyendo nuestro libro preferido o escuchando un poco de música relajante. Tampoco debemos olvidarnos de pasar un buen rato con los amigos o con la familia, o practicar alguna técnica de relajación o meditación.
La clave, como es de imaginar, está en disfrutar del verano y de cada día de nuestra vida, luchando por mantener la calma y alejando de nuestra mente preocupaciones y tensiones innecesarias. Porque el verano puede suponer un paso adelante para conseguir nuestra propia relajación interna, y alcanzar esa tan ansiada paz interior.
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